Lucidez, tesón, ejemplo
Marcelo Palacios
Gijón, 15 de noviembre de 2019
La profesora Margarita Salas Falgueras falleció el 7 de noviembre de 2019 a los 80 años. Una triste noticia por la dolorosa pérdida de la eminente científica asturiana.
Desde hacía tiempo conocía a la profesora Salas por su importante trayectoria profesional y por breves y ocasionales coincidencias, y tuve la fortuna de tratarla personalmente desde febrero de 1995, cuando la Comisión Mixta de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico del Congreso de los Diputados y el Senado, que yo presidía, la invitó a participar en las “Jornadas para el análisis de la investigación en biología molecular”, evento que supuso una apertura de las Cámaras legislativas a la sociedad, y un reconocimiento al mundo científico, visto generalmente desde los Parlamentos si no con reticencia no con la debida atención. Las Jornadas –en las que, entre otros, también participaron los profesores Ángel Martín Municio, Juan Antonio Subirana, Santiago Grisolía, Carlos Romeo Casabona, José Antonio Abrisqueta, Andreas Klepsch y José Elizalde– constituyeron un homenaje al profesor Severo Ochoa, nuestro Nobel fallecido en noviembre de 1993, del que Margarita Salas fue discípula aventajada en Nueva York de 1964 a 1967. La doctora Salas venía a las Jornadas avalada por un espléndido bagaje investigador como bioquímica, en particular relacionado con su crucial descubrimiento de una enzima capaz de amplificar y copiar el material genético –la ADN polimerasa del virus bacteriófago Phi29-, patentada en EE UU en 1989 y en 1997 en Europa para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, al que reportaría beneficios millonarios en euros, que, al igual que su minuciosa intervención titulada El Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid y sus deliberaciones con los asistentes, se recoge al completo en la publicación correspondiente de 1995 de las Cortes Generales.
En su intervención la doctora Salas glosó detenidamente la historia, funcionamiento y tareas del renombrado Centro (que había dirigido), y con sentido constructivo y crítico se refirió a la necesidad de adaptar sus instalaciones a las demandas modernas, de formar doctores sin pausa y crear grupos de excelencia en el territorio español, y, con brío contenido, de acomodar los presupuestos a las exigencias prácticas de los tiempos, de recibir los fondos precisos del Estado para no seguir rezagados con Europa, y a la petición a los políticos que fueran al Centro y entendieran y apoyaran sus actividades. Y dispuso algunos instantes para que habláramos de Asturias y de su terruño, siempre en su pensamiento. De su mirada limpia, aguda, curiosa y amplia, la misma que siempre conservó, emanaba la modestia y firmeza de las personas excepcionales.
La profesora Salas representaba la pasión por la ciencia y la investigación biomolecular, que se esmeró en inculcar especialmente a las mujeres –ella, que hubo de superar con talento, firme perseverancia e integridad las trabas encontradas por su condición femenina–, a las que en todo momento consideró iguales en capacidades y derechos a los hombres para desarrollarse plenamente en la comunidad y en los ámbitos del conocimiento, luchando con ecuanimidad y pertinacia por lograr su presencia efectiva y sin discriminaciones en la sociedad y en el mundo científico.
Alumna de insignes mentores, luego preceptora y guía de brillantes pupilos, de su docencia magistral se beneficiaron numerosos becarios, doctorandos y visitantes en su laboratorio, en el periodo de formación y a lo largo de su vida. Generosa y responsable quería que supieran lo que ella conocía, que se esforzaran en aras de saber y del rigor científico, que se sintieran parte de una realidad social común, que frecuentaran la amistad y el libre intercambio de experiencias útiles.
En 1999 la doctora Salas nos hizo el honor de incorporarse al Comité Científico de la Sociedad Internacional, la SIBI, con sede en Gijón.
En 2006 no pudo venir a la inauguración de calle que lleva su nombre en Gijón y asistí al acto, de cuya emotividad le informé.
Al tener noticia de sus incontables premios y reconocimientos, nacionales y extranjeros, la felicité, hasta “anticipadamente por los que merecidamente te seguirán otorgando, por si no puedo hacerlo en ese momento”. Con su consentimiento, en 2007 presenté su candidatura, con otros, al premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, sin éxito. En el jurado, lo supe después, se consideraba que “la doctora Salas ya tenía demasiados premios”.
Pese a su febril actividad de laboratorio, su asistencia a congresos, etc., obligaciones y constantes viajes Margarita Salas siempre se mantuvo en contacto y comprometida con la SIBI, participó en reuniones del Comité Científico, en el Ciclo anual de conferencias del Aula bioética e impartió la Conferencia de apertura del V Congreso mundial de bioética de la SIBI, en 2007, uno de cuyos temas era Libertad y responsabilidad en la investigación.
La extraordinaria investigadora no estará presente en el XI Congreso Mundial de Bioética, en Gijón, en junio de 2020, como acordamos los dos el verano pasado, pero la mente grandiosa y el ser creador, como es ella, no mueren nunca, su ánimo y ejemplo impregnarán el Congreso sutilmente. La imagino en su eterno laboratorio de investigación biomolecular básica, atareada e ilusionada entre virus, genes y polimerasas, rodeada de nuevos y entusiastas aprendices de su acreditada escuela, sin problemas de espacio y financiación ni mezquinas celotipias. Algún día iré a saludarla y que me muestre sus maravillosos hallazgos, a estar cerca de su luminoso universo innovador y espiritual, a escucharla añorar apaciblemente sus orígenes y su familia, Canero, Valdés, Gijón y las investigaciones que fueron su inequívoca vocación y colmaron su vida, y que dignificó con su altura ética y su prestigio científico para orgullo nuestro y de generaciones futuras.
Hasta entonces, gracias profesora Salas, querida y respetada Margarita, por tu culta, inmensa, inquieta, inagotable, tolerante y brava inteligencia, por lo que lograste, compartiste e impulsaste como científica y como mujer -en una sociedad con sectores aún reacios, hasta negados, a daros las justas oportunidades y reconocer vuestra fundada valía–, y por lo que aprendimos de tu tenaz esfuerzo y tu humilde sabiduría.
Marcelo Palacios
Presidente del Comité Científico de la SIBI
Gijón, 15 de noviembre de 2019